Han pasado los días y sigo recibiendo telefonazos, saludos y felicitaciones. Muchos dirán ¿qué hazaña hizo este Gato para estar de moda? Poco o nada: cumplí y pasé los 60 años de periodista activo. He hecho de todo. Ayudante de cancha del reportero especialista que por esos años sólo se dedicaba a dar forma a los datos que le traía este novel e incansable informante. Otros y viejos tiempos. Me fue gustando el oficio más y más, y me convertí, primero, en un informante serio y luego en comentarista avezado y canchero. Más adelante, por los consejos de periodistas de más oficio, pasé a la crónica y por varios años fui reportero policial, gremial, político, ayudante de crónica, jefe de crónica, jefe de informaciones y subdirector hasta que un hecho fortuito me convirtió, por tres meses, en el director de “Clarín”, el más famoso diario popular, que llegó a vender 220 mil ejemplares diarios en sus dos últimos años, antes de ser clausurado por la dictadura.
Por razones que desconozco José Dolores Vásquez, el gran y avezado director del diario, y político DC hasta los huesos, rompió relaciones con Darío Sainte Marie -notable periodista de la época- y dejó el cargo de un día para otro. Sainte Marie era el dueño y ante la emergencia me llamó y me designó como subrogante. Me dio tres meses para mostrar si tenía o no dedos para el piano. Creo que junto con un equipo de reporteros de rendimiento excepcional, probamos que teníamos y nos sobraban dedos, manos y talento para esa tarea. Duré doce años en el puesto y no seguimos marcando rumbos porque la dictadura, el mismo día del golpe, cerró el diario para siempre.
No sólo fuimos exitosos en el periodismo. También en la amistad, con todo el mundo. Con el gremio, con los gobernantes, con los políticos y sobre todo con el pueblo puro. Lo comprobé hace poco. Se juntaron periodistas de todos los colores para celebrar estos 60 años de trabajo duro y recibí el cariño de todos. Partiendo por los ex presidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos, que me llamaron para manifestar su amistad. Muchos parlamentarios PS, DC y PPD, y también amigos del PC y estrellas del fútbol como Carlos Caszely, que me envió una misiva inolvidable. No cuento más porque otro periodista notable, Pablo Vildósola, alguna vez director de La Nación, hizo el mejor resumen de seis décadas de trabajo incansable.
Éstas son sus partes más emotivas: “Tengo el grato honor de dirigirme a ustedes en representación de la Mesa de los Miércoles para hablar sobre uno de sus más preciados miembros. Quizá muchos de los presentes habrán oído hablar de esta notable hermandad que de modo ininterrumpido se reúne cada semana hace 19 años. Es decir, desde agosto de 1988, un par de meses antes del histórico plebiscito que torció la mano a la historia y a un personaje ya desaparecido.
“Estamos aquí para rendirle el más cálido y sentido homenaje a uno de los en verdad grandes del periodismo chileno. Nos convoca la celebración de los 60 años de oficio de uno de sus más brillantes cultores. Alberto Gamboa Soto, nuestro querido ‘Gato’, a mucha honra integrante de nuestra mesa.
“Hablar del ‘Gato’ es referirse a uno de los más notables periodistas de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de este nuevo milenio. Un tremendo pedazo de la historia del periodismo nacional, desde los ’40 -ha visto a once presidentes- hasta los actuales días como editor del diario La Nación y a través de su columna ‘Mano de Gato’. Su presencia entre tantos amigos y junto con su esposa, la querida María Estela Urzúa, y sus hijos es vivo reflejo de su tremenda vigencia. La vida y la obra del ‘Gato’, triunfos y sufrimientos, éxitos, pero nunca fracasos ni menos derrotas, representan un testimonio portentoso. Días luminosos de ejercicio y noches negras de encierro, tortura, incertidumbre y cesantía por el pecado de ejercer esta profesión. Así se fue forjando un espíritu luchador, reflexivo, valiente y tolerante.
“Mis palabras son en representación de la Mesa de los Miércoles. Por mi intermedio, muchos te dicen unas palabras. Uno de los fundadores, Enrique Gandásegui, maestro de ceremonia cuando hay invitados, escribió: ‘Ha llegado al recodo de su existencia no sólo con la sabiduría de una vida apasionante en que ha sabido sublimar el sufrimiento sin odios ni rencores. Lo ha hecho manteniendo como condición sobresaliente su gran humanismo y sensibilidad, interesándose en sus vidas, entornos y familias, brindándose con su tiempo para visitarlos, despedirse y acompañarlos en etapas de duras pruebas’.
“Otro de los comensales, siempre aporte a nuestra mesa y por quien, en apariencia, no pasan los años a juzgar por su cara, Luis Álvarez Vallejos, dijo: ‘Es la historia. Miren si hay algún otro periodista vigente que haya tenido tanta importancia en la historia del periodismo chileno. Para haber sido jefe de monstruos como el Paco Lira, Tito Mund o el Perro Olivares había que tener pantalones y pachorra. Frontal y valiente, admirable. Valentía pagada con torturas y cárcel. ¡Es ejemplo y está bueno que se le reconozca, por la cresta! Es y será siempre un ejemplo, un orgullo y un tremendo privilegio conocerlo. ¡Grande Gato!’. Uno de los más nuevos integrantes del círculo, Eugenio Montecinos, con un toque de contexto, dijo: ‘Los gatos, como se sabe, tienen siete vidas y en esta ocasión tan especial queremos dejar constancia que el nuestro también debe ser incorporado a las siete nuevas maravillas del mundo’.
El más joven de la mesa, que llegó de la Armada, Juan Pablo Barros, no quiso ausentarse: ‘Tarde pero desde siempre conocí a Alberto ‘Gato’ Gamboa. Con su actitud, tanto en la adversidad como en los buenos momentos, comprendí que su estatura moral se forjó en la consecuencia con sus principios. Vaya para él una frase de Aldous Huxley que lo refleja: ‘La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede’. Leonardo Cáceres -¡quién no conoce al Leo!- dijo: ‘Conocí al ‘Gato’ cuando volví a Chile. Antes, sólo de nombre. Trabajamos juntos en el lanzamiento de ‘La Época’: él hacía deportes, yo internacional. Después se fue a ‘Fortín Mapocho’ de director. Aprendí a quererlo como compañero y maestro de periodistas. Se merece esta cena y otras cosas que deben venir en el futuro’.
“Gonzalo Mingo es el único no periodista de la mesa. Pero, conociéndolo tantos años, puedo afirmar que es más periodista que muchos y dedicó estas frases: ‘Alberto es un hombre al que puedo resumir en dos palabras: gran corazón, donde cabemos todos los que somos sus amigos, no importándole su color político. Todos sabemos por lo que ha pasado y ha sufrido. Pero con su gran temple ha podido superarlo con una generosidad ilimitada. Me siento honrado de que me dispense su cariño y amistad, que por cierto es recíproca’.
“Un reportero policial nato, como nuestro homenajeado Hernán Ávalos entregó estas palabras: ‘Es un auténtico dinosaurio viviente. Encarna el periodismo de los últimos 40 años. Representa humor, discordia, enfrentamiento y reencuentro de nuestra sociedad... la realidad de seis décadas. Es la vida misma, nuestra vida’. Uno que también cubrió, entre otros, ese frente, Emilio Bakit, dijo así: ‘Quienes nos iniciamos en el periodismo a fines de los ’60 y en los ’70 tuvimos el privilegio de crecer en nuestra profesión leyendo los títulos y las crónicas de ‘Clarín’, ahí él empezó a convertirse en la leyenda que es hoy. En el tiempo que trabajé en ‘La Segunda’ compartía con periodistas como Camilo Taufic, Irene Geiss y Eliana Cea. Había transversalidad, y de esas épocas heroicas era el ‘Gato’, a quien admiraban moros y cristianos. Y seguimos admirando’.
“Otro de los fundadores de la mesa, Enrique Contreras, da una pincelada profunda de otros tiempos: ‘Estamos de acuerdo que el periodismo de los años ‘Clarín’, de ‘Última Hora’, de las ‘Últimas Noticias’ que salía a las once de la mañana con una mirada más bien literaria (estaba Filebo, entre otros), del ‘Diario Ilustrado’, de esa ‘La Tercera’ pueblerina y también de ese ‘El Mercurio’ sibilino pero austero, era muy distinto del actual. Era uno ‘jugado’, de choque, frontal, inteligente. El ‘Gato’ fue un hombre de esa época, que supo ganarse un espacio con oficio, instinto y estilo propio’.
“Ciro Quintana es la mirada certera de la economía y los vaivenes del mercado. Con agudeza, dice: ‘No sólo es un artista del periodismo, sino el rey de la amistad, porque nunca segregó o marginó a nadie por cualquier razón. Su única limitación era la tontera’.
“Periodista y señor carabinero -¿o al revés?-, Luis Retamal dedica unas palabras: ‘Para mí es sinónimo de resiliencia. Un hombre que ante la adversidad cayó y se levantó mil veces, sin contradicciones ni resentimientos. Un ‘hidalgo manchego’ de dos siglos. Una gratificante lección de vida’. “Hugo Traslaviña, al que en broma llamamos ‘la joven promesa del periodismo’, envió este saludo: ‘Más allá de los innumerables atributos que tiene como periodista, están sus enormes cualidades humanas: honesto, simpático, alegre, optimista, soñador, tallero, sincero, paleteado, sencillo, sabio, inteligente, astuto y observador. Gran observador de la realidad social y política. ¡Qué vivas muchos años, estimado ‘Gato’!’.
“Y nuestro investigador de temas de libertad de expresión Walter Krohne no podía ausentarse. Hizo del currículum del ‘Gato’ una brillante prosa, de la que ponemos estos párrafos: ‘Escribir sobre el ‘Gato’ es como hacer un viaje imaginario por la historia de Chile. Cuando nos referimos a Manuel Alberto Gamboa Soto hablamos de un verdadero sabueso del reporterismo nacional, de esos que nacieron con la letra de imprenta en la sangre, sin dejar pasar un segundo para escribir la historia, y como buen gato, tomarle noche y día el pulso a Chile y al mundo”.
“Pareciera que está dicho todo. Pero no. Sobre este hombre tan querido y apreciado se podrían escribir decenas, centenares de páginas. Es un trabajo que queda pendiente...”.
Alberto Gamboa
Mano de Gato
Diario La Nación, Miércoles 4 de julio de 2007