Llevaba un tiempo masticando la idea de hacer un libro de conversaciones con él, hasta que un día me decidí y lo llamé: “‘Gato’, juntémonos a un café y te propongo una idea”. Alberto “Gato” Gamboa andaba medio desocupado y nos reunimos esa misma tarde en un boliche del centro. Ahí le conté que quería que grabáramos una serie de conversaciones, charlas que acabaran en un libro en donde nos paseáramos libremente sobre el periodismo, la vida, Clarín y Volpone, los mejores titulares, sus años de prisionero después del golpe, cuando fue obrero en el metro, por qué se quedó siempre en Chile, los consultorios sentimentales y todo lo que se nos fuera ocurriendo en el camino. Tenía en mi cabeza, entre otros tantos ejemplos, ese desarticulado pero entretenido libro de conversaciones entre Carlos Olivarez y Jorge Teillier. Pensaba, y pienso ahora con mayor razón, que el “Gato” se está poniendo viejo y un día sus historias y su mirada se convertirán en polvo y olvido. ¿Hay alguien que pueda contar esas historias mejor que él mismo? El “Gato” no se demoró nada en decir que bueno.
Las primeras reuniones de trabajo han sido leves y breves. Nada de grabadoras todavía: conversación distendida, café con pan de pascua en el living de su casa, revisión del archivo de recortes que María Estela, su mujer, guarda con celo.
Al “Gato” todavía le gusta hacerse el duro, pero muestra la hilacha bien rápido: está convertido en un caballero dulce y cariñoso, bien distinto a cuando era director de Clarín y tenía que ir a Capuchinos acusado de injurias por los enemigos políticos del diario. Una vez entrevisté al viejo socialista Oscar Waiss, que casualmente estuvo preso con el “Gato” en el Estadio Nacional, y se moría de la risa recordando cuando tenía que defender como abogado las causas por injurias que abrían en contra de Gamboa y sus periodistas por pasarse de revoluciones, sobre todo en los titulares del matutino.
El “Gato” era una madre para titular. Cuando en la primavera de 1968 vino la reina Isabel a Chile y se paseó en un auto descapotable con Frei a su lado, Gamboa mandó al diablo el protocolo y despachó una primera plana comentando las buenas piernas de la reina: “La Chabelita es liviana de sangre: tiene buenos choclos”. Los ingleses le mandaron una carta al diario, quejándose elegantemente de la portada: “Fue una reclamación muy tierna”, comentó después el “Gato”.
En la tapa de Clarín alternaban noticias políticas, crónica roja y farándula popular. Octubre de 1971: “En el cine King violaron a una lola y le echaron la culpa al malo de la película. Los acomodadores son los malvados. Dejaron grave a espectadora que se quedó dormida”. Ese mismo día, con letras más pequeñas, otro titular decía: “¡Si lo pillo en el infierno, lo vuelvo a matar”. 10 de septiembre de 1973, último ejemplar de Clarín disponible en la Biblioteca Nacional: “María de los Ángeles, novia de Caszely: Carlos es un amor. Es caballero, muy hombre e inteligente”.
Uno de los titulares que quedará en la historia lo inventó el “Gato” en el Fortín Mapocho un mes después del plebiscito de octubre de 1988: “¡Corrió solo y llegó segundo!”. En las semanas siguientes a esa edición el diario se llenó de corresponsales extranjeros que querían entrevistarlo: “Ese titular fue la gran conquista de un grupo de reporteros aventureros y atorrantes”, contó.
La mirada del “Gato” es irónica, descreída. No compra ni vende pomadas. ¿De qué te reís tanto?, me preguntó el otro día, cuando yo revisaba algunas de las entrevistas que le han hecho. De esta frase tuya, le contesté, una que apareció en la revista “Ya”: “El rotaje nunca ha sido muy derecho”. Lo decía a propósito de esos años en que trabajó como obrero del metro y convivió con muchos de ellos, en tiempos de mucho miedo. Aventajado redactor de consultorios sentimentales, Gamboa revivió al doctor Jean de Fremisse en Clarín y al Doctor Cariño en La Cuarta. En sus cartas-respuesta usaba expresiones como “popín pelao, ojitos blancos, pechocha y perra choca”.
De vuelta de vacaciones empezaremos con las grabaciones. El libro debería llamarse Conversaciones con el “Gato” Gamboa, y confío en que estará listo antes de fin de año. Así sea.
Las primeras reuniones de trabajo han sido leves y breves. Nada de grabadoras todavía: conversación distendida, café con pan de pascua en el living de su casa, revisión del archivo de recortes que María Estela, su mujer, guarda con celo.
Al “Gato” todavía le gusta hacerse el duro, pero muestra la hilacha bien rápido: está convertido en un caballero dulce y cariñoso, bien distinto a cuando era director de Clarín y tenía que ir a Capuchinos acusado de injurias por los enemigos políticos del diario. Una vez entrevisté al viejo socialista Oscar Waiss, que casualmente estuvo preso con el “Gato” en el Estadio Nacional, y se moría de la risa recordando cuando tenía que defender como abogado las causas por injurias que abrían en contra de Gamboa y sus periodistas por pasarse de revoluciones, sobre todo en los titulares del matutino.
El “Gato” era una madre para titular. Cuando en la primavera de 1968 vino la reina Isabel a Chile y se paseó en un auto descapotable con Frei a su lado, Gamboa mandó al diablo el protocolo y despachó una primera plana comentando las buenas piernas de la reina: “La Chabelita es liviana de sangre: tiene buenos choclos”. Los ingleses le mandaron una carta al diario, quejándose elegantemente de la portada: “Fue una reclamación muy tierna”, comentó después el “Gato”.
En la tapa de Clarín alternaban noticias políticas, crónica roja y farándula popular. Octubre de 1971: “En el cine King violaron a una lola y le echaron la culpa al malo de la película. Los acomodadores son los malvados. Dejaron grave a espectadora que se quedó dormida”. Ese mismo día, con letras más pequeñas, otro titular decía: “¡Si lo pillo en el infierno, lo vuelvo a matar”. 10 de septiembre de 1973, último ejemplar de Clarín disponible en la Biblioteca Nacional: “María de los Ángeles, novia de Caszely: Carlos es un amor. Es caballero, muy hombre e inteligente”.
Uno de los titulares que quedará en la historia lo inventó el “Gato” en el Fortín Mapocho un mes después del plebiscito de octubre de 1988: “¡Corrió solo y llegó segundo!”. En las semanas siguientes a esa edición el diario se llenó de corresponsales extranjeros que querían entrevistarlo: “Ese titular fue la gran conquista de un grupo de reporteros aventureros y atorrantes”, contó.
La mirada del “Gato” es irónica, descreída. No compra ni vende pomadas. ¿De qué te reís tanto?, me preguntó el otro día, cuando yo revisaba algunas de las entrevistas que le han hecho. De esta frase tuya, le contesté, una que apareció en la revista “Ya”: “El rotaje nunca ha sido muy derecho”. Lo decía a propósito de esos años en que trabajó como obrero del metro y convivió con muchos de ellos, en tiempos de mucho miedo. Aventajado redactor de consultorios sentimentales, Gamboa revivió al doctor Jean de Fremisse en Clarín y al Doctor Cariño en La Cuarta. En sus cartas-respuesta usaba expresiones como “popín pelao, ojitos blancos, pechocha y perra choca”.
De vuelta de vacaciones empezaremos con las grabaciones. El libro debería llamarse Conversaciones con el “Gato” Gamboa, y confío en que estará listo antes de fin de año. Así sea.
(Publicado en http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/2009/02/07/el-gato-gamboa.asp )
1 comentarios:
gracias por la visita, saludos. En Iquique, diario el nortino, trabajé con varios periodistas que admiraban a Gato Gamboa. Venían de Santiago, algunos trabajaron en el Fortin.
Un abrazo desde el norte.
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