Fue director del diario “Clarín” por doce años. Ese que decía “Firme junto al pueblo”, que lo llevó a estar preso varias veces y presente en los más diversos procesos de la historia chilena, hasta que llegó la dictadura y fue sistemáticamente torturado. “Me tenían de casero”, cuenta. Mientras, el escritor Francisco Mouat ya cerró tres meses de conversaciones con el “Gato”, que se transformarán en un libro.
Ostenta, terriblemente, el récord de haber sido la persona más torturada en el Estadio Nacional, luego del golpe militar de 1973, año en que cumplía medio siglo de vida. Hizo periodismo antes que proliferara la carrera como la maleza y conserva el Nº 11 en los registros del Colegio de Periodistas.
Alberto "Gato" Gamboa se crió en Providencia, estudió en la Escuela Primaria Nº 48 y después en el Liceo Lastarria.
Su primer trabajo fue de jardinero durante cinco años. "En una casa donde tenían cinco hijos, las cinco mujeres. La primera labor fue regar, sólo iba a regar, después metí las manos en el jardín", dice y muestra de entrada su pasión por las mujeres y la manera directa de hablar.
"Un profesor del Lastarria me mandó a trabajar con el periodista deportivo, el español Isidro Copino, en la revista Ercilla. Y nos mandaba a los estadios, por esas notas recibí mis primeros pesitos del periodismo. Luego quiso que siguiera, pero en la sección de reportajes".
Mientras, estudiaba Derecho, pero no terminó, porque se metió en el centro de alumnos y luego de una toma lo echaron, pero sí se tituló, del ex Pedagógico, en Historia y Geografía.
De Ercilla emigró a Última Hora, donde trabajó en la sección crónica. "Y no me di ni cuenta y ya era director. Luego me fui a La Gaceta, diario sacado para impulsar la candidatura de Eduardo Frei Montalva". En La Gaceta Gamboa conoció a Darío Sainte-Marie (más conocido como Volpone), quien fue el creador de Clarín, en la década del 50, diario que se caracterizaba por pegarle palos a medio mundo, por sus títulos ácidos, directos y chuchetas, que lo llevaron a temblar en varias ocasiones, con múltiples querellas a su director. Su último número apareció el 11 de septiembre de 1973.
Gamboa trabajó primero en la parte policial, después fue jefe de informaciones, y luego director durante doce años hasta que lo cerraron. Toda la clase política desfilaba por el diario.
-¿Podría haber sido político?
-Siempre he estado muy cercano a la política, pero me apasionó el periodismo. ¡Y es mucho más entretenido ser periodista que político!
LA TÍA CARLINA Y ALLENDE
Gamboa, el "Gato", tiene los ojos verdes e iluminados. Su voz es fuerte, la de un fumador que ya no fuma. Está delgado. El año pasado fue operado del estómago y ahora una rodilla lo jode. "Más o menos pa’arriba", dice riéndose cuando se le pregunta por su diagnóstico. Sin embargo asegura que "Mano de Gato", el nombre de su columna en La Nación, volverá.
El autor del libro testimonial "Un viaje por el infierno" también fue un notable redactor de consultorios sentimentales. En el Clarín revivió al Doctor Jean de Fremisse y fue el Doctor Cariño en La Cuarta (llegó a ser subdirector), donde sus respuestas eran certeras y directas para las acongojadas señoras de Chile: "Deje tranquilo a la cochinada de marido que se gasta".
Parte, durante décadas, del equipo periodístico de La Nación fue uno de los maestros en la creación de títulos del Fortín Mapocho. El más reconocido, "¡Corrió solo y llegó segundo!", salido luego del plebiscito de octubre de 1988. "Ese titular recorrió el mundo. Durante un mes un grupo de periodistas extranjeros estuvieron entrevistándome".
Pero Clarín fue la joyita, con sus noticias políticas, crónica roja, farándula y deporte. Tan influyente que podía elegir presidentes y mandar a ministros para sus casas. El diario que llegó a vender más de 220 mil ejemplares al día.
"En deporte implantamos las notas que se tenían que hacer al equipo ganador y al perdedor con fotos y declaraciones incluidas. Y ahí salían en el camarín casi en pelotas los jugadores dando declaraciones. En una que recuerdo muy buena, era de Carlos Caszely saliendo de la ducha. Al otro día la tiramos a página entera", dice y cuenta que después de un mes el diario dobló las ventas los días lunes.
Por injurias Gamboa estuvo detenido por lo menos diez veces y una durante un mes en Capuchinos. "Incluso Juan Hamilton, que éramos amigos, se querelló. Al salir siempre había gente esperando, aplaudiendo y así nos íbamos caminando por las calles. Eso sí, nunca se me va a olvidar cuando la esposa de un senador de apellido Ampuero, me vio y me tiró un escupo en la cara. ‘Muchas gracias’, le dije y me fui".
El "Gato" recuerda cuando en 1970 Clarín apoyó a Salvador Allende contra Jorge Alessandri en las elecciones. "Había que joderle la paciencia a Alessandri. Y un día iba caminando con un fotógrafo del diario por calle Moneda hacia el Café Haití, y al pasar veo saliendo de un cine a Alessandri. Nos quedamos mirando, y sacó las llaves de su auto y trataba de achuntarle a la chapa, pero estaba tiritón ¡No le apuntaba nunca! Y el fotógrafo le tomó la foto ¡Buenísima! Ahí había un tesoro, que sirvió para la portada. Bueno, saqué querella".
En el ámbito policial recuerda que "los tiras" los llamaban para cubrir lo que iba a suceder. "Una vez hubo un allanamiento donde la Tía Carlina, casa de putas muy famosa. Nosotros estábamos dateados, y los fotógrafos estaban adentro del local antes que llegara la policía. ¡Las minas lloraban! Se llevaron presos a unos cuantos, quedó la escoba, y todo eso salió en el diario". "Presa la Carlina", fue el título al día siguiente.
Ya en la Unidad Popular dice que a Allende le paró el carro. "Pasaba metido en La Moneda y una tarde conversamos en su oficina y me dijo ‘Mira, Gato me interesa sacarle más provecho al diario’. Yo le dije: ‘Lo que quieras pero no me vas a decir lo que tengo que hacer’".
AMOR TORTURADO
La conversación sigue. Han pasado dos horas y el hombre tiene la memoria de un elefante. Cruza historias, junta personajes, mientras en un mueble a su lado, un desfile de gatos de adorno lo acompaña.
Alberto Gamboa fue detenido el 19 de septiembre de 1973. Llevado al Estadio Nacional, convertido en un campo de concentración, estuvo desde septiembre a noviembre.
-¿Y cómo superaba sicológicamente las torturas?
-En una oportunidad regresé a los camarines, desde el velódromo donde nos torturaban, en andas, tapado en frazadas, porque no podía caminar. Me tenían de casero. Tuve fuerzas porque adentro todos éramos iguales, pero sin querer fui asumiendo cierto liderazgo. Por ejemplo había varios que querían suicidarse, ahí había un trabajo que hacer. Y claro venían también los milicos a joderme a mí, porque era director del Clarín, pero bueno si te cagái de susto hasta ahí no más llegaste.
Del Estadio Nacional se lo llevaron en avión a la oficina salitrera Chacabuco (a 110 kilómetros de Antofagasta). Estuvo casi dos años. "Ahí nos sacaban la cresta con cierta velocidad. Nos apaleaban de repente. Y bueno, el castigo singular. En medio de una cancha de fútbol instalaron un fierro grande con cadenas, donde te amarraban y tenían todo el día sin comida ni agua. Yo fui elegido tres veces".
Gamboa no quiso irse al exilio. Previo al golpe militar su hijo mayor había egresado de la Escuela Naval. "No partí al exilio porque ingenuamente pensé que los milicos iban a estar poco tiempo", y así se fue a vivir a una parcela en El Arrayán. Para sobrevivir fue jornalero en la construcción de un tramo del Metro de Santiago. Su labor consistía en acarrear materiales en una carretilla.
-Pero de todo el infierno, ¿algo que rescatar?
-Dentro del Estadio Nacional armaban unas casetas donde metían a los presos con una frazada y sin comida. Mientras, las mujeres estaban ubicadas en el sector donde está la piscina del estadio, y unas dirigentes las trajeron a estas casetas para aislarlas. Me hice gran amigo de una mujer que hermosamente cuando se fue me dio un beso. Luego yo partiría a Chacabuco. Cuando nos íbamos, las presas estaban en la esquina de la piscina levantando flores. Y ahí estaba mi amiga, y le dije a uno de los milicos que me diera permiso para ir a despedirme de ella. Así fue y me regaló una rosa, un beso de despedida y me dijo que tuviera fuerzas. Nunca más la volví a ver. Nunca supe su nombre.
-¿Dónde estaba cuando murió Pinochet en 2006?
-Me encontraba en Algarrobo junto a mi amigo periodista Sergio Campos. Fue una sensación de alivio. "Menos mal que se murió este viejo conchesumadre", fue la frase que nos nació.
-¿Y usted le tiene miedo a la vejez?
-Hasta el momento no. Me hago el huevón.
“EL ROTAJE SIEMPRE HA SIDO ARRIBISTA”
-¿Le gusta “The Clinic”? (Su eslogan “Firme junto al pueblo” fue tomado del que usaba el diario “Clarín”).
-Lo que pasa es que el Clarín aparecía todos los días, y por lo mismo no te puedes transformar en el “Toni”. Una vez a la semana sí, pero no todos los días. El The Clinic no es malo, pero hay un proceso selectivo que yo agudizaría.
-¿Y cómo ve el periodismo actual?
-Malo, porque no hay variedad. Ahora creo que las escuelas de Periodismo tiran a los cabros a la pelea sin prepararlos mucho, pero bueno a ellos les interesa ganar plata.
-¿Y le gusta la irrupción de Marco Enríquez-Ominami?
-Quiere incentivar a la gente joven, pero no lo ha logrado, porque muchos se dan cuenta que “con qué ropa”. Creo que él se precipitó. Y no vamos a hablar del Partido Socialista, donde están haciendo puras embarradas.
-Pero sí usted es “freísta”.
-Lo que pasa que a Eduardo Frei lo conozco de cabro (de cuando jugaba a la pelota en La Moneda), porque conocí mucho al papá. Me lo topé el otro día y me dijo que viajaría a regiones. Le dije que se olvidara de esa huevada de Océanos Azules. ¿Quién sabe que son los Océanos Azules?
-Usted también es amigo de Sebastián Piñera.
-Así es, pero es muy comadrero, pero comadrero no pesado. Además, que nuestro rotaje siempre ha sido arribista, y que llegue Piñera a una población a tomar desayuno y a sacarse fotos, ¡la gente se vuelve loca!
(Por Javier García / La Nación Domingo / 12 de Julio de 2009-07-14)
Ostenta, terriblemente, el récord de haber sido la persona más torturada en el Estadio Nacional, luego del golpe militar de 1973, año en que cumplía medio siglo de vida. Hizo periodismo antes que proliferara la carrera como la maleza y conserva el Nº 11 en los registros del Colegio de Periodistas.
Alberto "Gato" Gamboa se crió en Providencia, estudió en la Escuela Primaria Nº 48 y después en el Liceo Lastarria.
Su primer trabajo fue de jardinero durante cinco años. "En una casa donde tenían cinco hijos, las cinco mujeres. La primera labor fue regar, sólo iba a regar, después metí las manos en el jardín", dice y muestra de entrada su pasión por las mujeres y la manera directa de hablar.
"Un profesor del Lastarria me mandó a trabajar con el periodista deportivo, el español Isidro Copino, en la revista Ercilla. Y nos mandaba a los estadios, por esas notas recibí mis primeros pesitos del periodismo. Luego quiso que siguiera, pero en la sección de reportajes".
Mientras, estudiaba Derecho, pero no terminó, porque se metió en el centro de alumnos y luego de una toma lo echaron, pero sí se tituló, del ex Pedagógico, en Historia y Geografía.
De Ercilla emigró a Última Hora, donde trabajó en la sección crónica. "Y no me di ni cuenta y ya era director. Luego me fui a La Gaceta, diario sacado para impulsar la candidatura de Eduardo Frei Montalva". En La Gaceta Gamboa conoció a Darío Sainte-Marie (más conocido como Volpone), quien fue el creador de Clarín, en la década del 50, diario que se caracterizaba por pegarle palos a medio mundo, por sus títulos ácidos, directos y chuchetas, que lo llevaron a temblar en varias ocasiones, con múltiples querellas a su director. Su último número apareció el 11 de septiembre de 1973.
Gamboa trabajó primero en la parte policial, después fue jefe de informaciones, y luego director durante doce años hasta que lo cerraron. Toda la clase política desfilaba por el diario.
-¿Podría haber sido político?
-Siempre he estado muy cercano a la política, pero me apasionó el periodismo. ¡Y es mucho más entretenido ser periodista que político!
LA TÍA CARLINA Y ALLENDE
Gamboa, el "Gato", tiene los ojos verdes e iluminados. Su voz es fuerte, la de un fumador que ya no fuma. Está delgado. El año pasado fue operado del estómago y ahora una rodilla lo jode. "Más o menos pa’arriba", dice riéndose cuando se le pregunta por su diagnóstico. Sin embargo asegura que "Mano de Gato", el nombre de su columna en La Nación, volverá.
El autor del libro testimonial "Un viaje por el infierno" también fue un notable redactor de consultorios sentimentales. En el Clarín revivió al Doctor Jean de Fremisse y fue el Doctor Cariño en La Cuarta (llegó a ser subdirector), donde sus respuestas eran certeras y directas para las acongojadas señoras de Chile: "Deje tranquilo a la cochinada de marido que se gasta".
Parte, durante décadas, del equipo periodístico de La Nación fue uno de los maestros en la creación de títulos del Fortín Mapocho. El más reconocido, "¡Corrió solo y llegó segundo!", salido luego del plebiscito de octubre de 1988. "Ese titular recorrió el mundo. Durante un mes un grupo de periodistas extranjeros estuvieron entrevistándome".
Pero Clarín fue la joyita, con sus noticias políticas, crónica roja, farándula y deporte. Tan influyente que podía elegir presidentes y mandar a ministros para sus casas. El diario que llegó a vender más de 220 mil ejemplares al día.
"En deporte implantamos las notas que se tenían que hacer al equipo ganador y al perdedor con fotos y declaraciones incluidas. Y ahí salían en el camarín casi en pelotas los jugadores dando declaraciones. En una que recuerdo muy buena, era de Carlos Caszely saliendo de la ducha. Al otro día la tiramos a página entera", dice y cuenta que después de un mes el diario dobló las ventas los días lunes.
Por injurias Gamboa estuvo detenido por lo menos diez veces y una durante un mes en Capuchinos. "Incluso Juan Hamilton, que éramos amigos, se querelló. Al salir siempre había gente esperando, aplaudiendo y así nos íbamos caminando por las calles. Eso sí, nunca se me va a olvidar cuando la esposa de un senador de apellido Ampuero, me vio y me tiró un escupo en la cara. ‘Muchas gracias’, le dije y me fui".
El "Gato" recuerda cuando en 1970 Clarín apoyó a Salvador Allende contra Jorge Alessandri en las elecciones. "Había que joderle la paciencia a Alessandri. Y un día iba caminando con un fotógrafo del diario por calle Moneda hacia el Café Haití, y al pasar veo saliendo de un cine a Alessandri. Nos quedamos mirando, y sacó las llaves de su auto y trataba de achuntarle a la chapa, pero estaba tiritón ¡No le apuntaba nunca! Y el fotógrafo le tomó la foto ¡Buenísima! Ahí había un tesoro, que sirvió para la portada. Bueno, saqué querella".
En el ámbito policial recuerda que "los tiras" los llamaban para cubrir lo que iba a suceder. "Una vez hubo un allanamiento donde la Tía Carlina, casa de putas muy famosa. Nosotros estábamos dateados, y los fotógrafos estaban adentro del local antes que llegara la policía. ¡Las minas lloraban! Se llevaron presos a unos cuantos, quedó la escoba, y todo eso salió en el diario". "Presa la Carlina", fue el título al día siguiente.
Ya en la Unidad Popular dice que a Allende le paró el carro. "Pasaba metido en La Moneda y una tarde conversamos en su oficina y me dijo ‘Mira, Gato me interesa sacarle más provecho al diario’. Yo le dije: ‘Lo que quieras pero no me vas a decir lo que tengo que hacer’".
AMOR TORTURADO
La conversación sigue. Han pasado dos horas y el hombre tiene la memoria de un elefante. Cruza historias, junta personajes, mientras en un mueble a su lado, un desfile de gatos de adorno lo acompaña.
Alberto Gamboa fue detenido el 19 de septiembre de 1973. Llevado al Estadio Nacional, convertido en un campo de concentración, estuvo desde septiembre a noviembre.
-¿Y cómo superaba sicológicamente las torturas?
-En una oportunidad regresé a los camarines, desde el velódromo donde nos torturaban, en andas, tapado en frazadas, porque no podía caminar. Me tenían de casero. Tuve fuerzas porque adentro todos éramos iguales, pero sin querer fui asumiendo cierto liderazgo. Por ejemplo había varios que querían suicidarse, ahí había un trabajo que hacer. Y claro venían también los milicos a joderme a mí, porque era director del Clarín, pero bueno si te cagái de susto hasta ahí no más llegaste.
Del Estadio Nacional se lo llevaron en avión a la oficina salitrera Chacabuco (a 110 kilómetros de Antofagasta). Estuvo casi dos años. "Ahí nos sacaban la cresta con cierta velocidad. Nos apaleaban de repente. Y bueno, el castigo singular. En medio de una cancha de fútbol instalaron un fierro grande con cadenas, donde te amarraban y tenían todo el día sin comida ni agua. Yo fui elegido tres veces".
Gamboa no quiso irse al exilio. Previo al golpe militar su hijo mayor había egresado de la Escuela Naval. "No partí al exilio porque ingenuamente pensé que los milicos iban a estar poco tiempo", y así se fue a vivir a una parcela en El Arrayán. Para sobrevivir fue jornalero en la construcción de un tramo del Metro de Santiago. Su labor consistía en acarrear materiales en una carretilla.
-Pero de todo el infierno, ¿algo que rescatar?
-Dentro del Estadio Nacional armaban unas casetas donde metían a los presos con una frazada y sin comida. Mientras, las mujeres estaban ubicadas en el sector donde está la piscina del estadio, y unas dirigentes las trajeron a estas casetas para aislarlas. Me hice gran amigo de una mujer que hermosamente cuando se fue me dio un beso. Luego yo partiría a Chacabuco. Cuando nos íbamos, las presas estaban en la esquina de la piscina levantando flores. Y ahí estaba mi amiga, y le dije a uno de los milicos que me diera permiso para ir a despedirme de ella. Así fue y me regaló una rosa, un beso de despedida y me dijo que tuviera fuerzas. Nunca más la volví a ver. Nunca supe su nombre.
-¿Dónde estaba cuando murió Pinochet en 2006?
-Me encontraba en Algarrobo junto a mi amigo periodista Sergio Campos. Fue una sensación de alivio. "Menos mal que se murió este viejo conchesumadre", fue la frase que nos nació.
-¿Y usted le tiene miedo a la vejez?
-Hasta el momento no. Me hago el huevón.
“EL ROTAJE SIEMPRE HA SIDO ARRIBISTA”
-¿Le gusta “The Clinic”? (Su eslogan “Firme junto al pueblo” fue tomado del que usaba el diario “Clarín”).
-Lo que pasa es que el Clarín aparecía todos los días, y por lo mismo no te puedes transformar en el “Toni”. Una vez a la semana sí, pero no todos los días. El The Clinic no es malo, pero hay un proceso selectivo que yo agudizaría.
-¿Y cómo ve el periodismo actual?
-Malo, porque no hay variedad. Ahora creo que las escuelas de Periodismo tiran a los cabros a la pelea sin prepararlos mucho, pero bueno a ellos les interesa ganar plata.
-¿Y le gusta la irrupción de Marco Enríquez-Ominami?
-Quiere incentivar a la gente joven, pero no lo ha logrado, porque muchos se dan cuenta que “con qué ropa”. Creo que él se precipitó. Y no vamos a hablar del Partido Socialista, donde están haciendo puras embarradas.
-Pero sí usted es “freísta”.
-Lo que pasa que a Eduardo Frei lo conozco de cabro (de cuando jugaba a la pelota en La Moneda), porque conocí mucho al papá. Me lo topé el otro día y me dijo que viajaría a regiones. Le dije que se olvidara de esa huevada de Océanos Azules. ¿Quién sabe que son los Océanos Azules?
-Usted también es amigo de Sebastián Piñera.
-Así es, pero es muy comadrero, pero comadrero no pesado. Además, que nuestro rotaje siempre ha sido arribista, y que llegue Piñera a una población a tomar desayuno y a sacarse fotos, ¡la gente se vuelve loca!
(Por Javier García / La Nación Domingo / 12 de Julio de 2009-07-14)